Los Topos, el rostro incansable de la esperanza

El grupo de rescatistas que se creó en el sismo de 1985 nuevamente lidera el rescate.

Sobre sus figuras delgadas descansa la esperanza de millones que confían en que su esfuerzo, conocimientos y disciplina se traduzcan en el rescate, casi milagroso, de quienes quedaron atrapados entre escombros.

Son Los Topos, brigadistas que surgieron en el terremoto de 1985 y que ahora, nuevamente ante la emergencia causada el martes por el sismo de 7.1 que devastó amplias zonas de la Ciudad de México, sorprenden y contagian con su entrega.

El nombre con que son conocidos les viene justamente de la temeraria labor que realizan entre los escombros, a cambio solo de la satisfacción que causa saber que se rescató una vida.

"Aceptar la muerte, renunciar a la vida, no hay padre, no hay madre, no hay noche ni día, no hay remuneración, no hay frío ni calor, no hay miedo, no hay comida, únicamente hay servicio a los demás… entonces eres un topo", dice uno de ellos en el documental Bajo los Escombros.

Y el martes, apenas transcurridos los primeros minutos después de la intensa sacudida del sismo que remitió a lo ocurrido hace 32 años, las diversas células de las brigadas de Topos acudieron a las zonas más devastadas para prestar auxilio entre la densa nube de polvo provocada por los derrumbes.

Pero a diferencia del terremoto de 1985, cuando la falta de conocimiento y preparación fueron suplidos con el corazón y el deseo de salvar vidas, en esta ocasión Los Topos demuestran que los valores que les dieron origen siguen vigentes, pero que hoy son reforzados por la preparación y el entrenamiento.

Con disciplina y orden, Los Topos se coordinan con personal de la Marina y el Ejército, pero también con los miles de civiles que ayudan, con equipo o a mano limpia, a remover los escombros en busca de vidas.

Apenas iniciaba el miércoles, cuando brigadistas en la colonia Roma, una de las zonas de la capital mexicana que, al igual que en 1985, registra severos daños, rescataron a cuatro personas que estaban bajo los escombros de un edificio.

Ahí mismo, también anunciaron el descubrimiento de un “triángulo de seguridad” con 13 personas que habitaban el cuarto piso del inmueble.

“Estamos trabajando con orden, con precisión”, dice una de las integrantes de la brigada de Topos en ese sitio, y pide calma ante la aparente lentitud del rescate.

Pero también se multiplican y están en la remoción de escombros de la escuela Enrique Rébsamen, donde decenas niños quedaron atrapados y aún hay esperanza de salvar a algunos.

Y esa misma esperanza han llevado a otros países donde las catástrofes naturales han cobrado vidas.

El tsunami en Indonesia en 2004, el terremoto de Haití de 2010 y el terremoto y tsunami de Japón en 2011 son solo algunas de las tragedias en las que se solicitó su colaboración y conocimiento.

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