Juegos Olímpicos de Tokyo 2020

¿Desde cuándo no se compartía un oro en Olimpiadas? Mira los gestos más emotivos en Tokyo 2020

Telemundo

TOKIO. En el Estadio Olímpico de Tokio, el italiano Gianmarco Tamberi y el qatarí Mutaz Barshim se encontraron en una situación de la que habían hablado pero que jamás habían experimentado: estaban empatados.

Lo que pasó después se convirtió en uno de los momentos más inolvidables de estos Juegos Olímpicos, que los llevó a ser medallistas de oro en el salto de altura, siendo los primeros atletas que no se colgaron las medallas por sí mismos en el podio, sino que se la impusieron el uno al otro.

Ambos tuvieron un concurso perfecto hasta que la barra se colocó a una altura de récord olímpico, 2.39 metros (7 pies 10 pulgadas). Los dos fallaron sus tres intentos.

"¿Podemos tener dos oros?", preguntaron al juez después de hablarlo entre ellos. El oficial asintió e inmediatamente los dos dieron saltos de alegría. Un día después, durante la ceremonia de entrega de medallas han multiplicado sus gestos de amistad, abrazándose y elevando al cielo el brazo del otro en señal de reconocimiento mutuo, en presencia del bielorruso Maksim Nedasekau, medallista de bronce.

Podrían haber ido al desempate, pero decidieron compartir el oro. “Estoy seguro de que, por mi actuación, merecía el oro. Él hizo lo mismo, así que sé que también lo merecía”, dijo Barshim. “Esto va más allá del deporte. Este es un mensaje para las nuevas generaciones”.

Después de su decisión, Tamberi estrechó la mano de Barshim y saltó en sus brazos. “Compartir con un amigo es aun más bonito”, dijo Tamberi. “Fue algo mágico”.

El catarí Mutaz Barshim y el italiano Gianmarco Tamberi dieron una muestra de espíritu olímpico en Tokyo 2020.

Con sendas medallas de plata en Londres 2012 y Río 2016, Barshim, el mejor saltador de altura desde los tiempos del cubano Javier Sotomayor, con 11 saltos por encima de los 2.40 metros desde 2013, buscaba en Tokio, con 30 años, su primer oro después de haber sido dos veces campeón del mundo.

El catarí, segundo en la lista de todos los tiempos con 2.43, había superado la rotura de ligamentos en el tobillo que sufrió el 2 de julio de 2018 en el Memorial Gyulai de Szekesfehervar (Hungría), cuando estuvo a punto de batir el récord mundial con el listón, que rozó ligeramente en su primer intento, situado en 2.46.

En su tercera tentativa contra el récord sufrió la lesión que le tuvo casi un año inactivo, pero regresó a tiempo para proclamarse campeón mundial en si tierra (Doha 2019). Este año sólo había competido cuatro veces pero ha logrado estar a punto en el momento preciso, para compartir los máximos honores con otro "resucitado" después de una grave lesión, Gianmarco Tamberi.

Otro caso para el recuerdo

Un surfista que interviene para traducir las palabras del rival que acaba de vencerlo. Amigos en salto de altura que acceden a compartir una medalla de oro en lugar de disputar un desempate. Dos corredores que tropiezan y se ayudan a cruzar la meta.

En unos Juegos Olímpicos extraordinarios en los que la salud mental ha acaparado reflectores, es posible encontrar actos de bondad en todas partes. Los deportistas más competitivos del planeta han sido captados mostrando su gentileza y cariño — celebrando, alentando y enjugando las lágrimas de decepción de otros.

El surfista japonés Kanoa Igarashi estaba decepcionado por caer ante el brasileño Ítalo Ferreira en el debut de su disciplina en el programa olímpico.

El brasileño Ítalo Ferreira (c-oro), el japonés Kanoa Igarashi (i-plata) y el australiano Owen Wright (d-bronce) celebran en el podio tras la final masculina de surf en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, este martes en la playa de Tsurigasaki (Japón). Crédito: Olivier Morin - Pool/Getty Images)

No solo desperdició su oportunidad de ganar un oro en la playa en la que creció surfeando, sino que también era el blanco de las burlas de los trols brasileños en redes sociales.

Podría haberse callado, pero utilizó su conocimiento del portugués para ayudar a traducir una pregunta en la conferencia de prensa de Ferreira.

Los asistentes no podían creer la traducción del rival y un directivo dio las gracias al medallista de plata por su ayuda. “Sí, gracias Kanoa”, dijo un sonriente Ferreira.

Una mano para levantarse

En la misma pista del salto de altura, el estadounidense Isaiah Jewett y Nijel Amos, de Botswana, se tropezaron el uno con el otro y cayeron durante las semifinales de los 800 metros.

En lugar de molestarse, se ayudaron a levantarse, se pasaron el brazo por encima del otro y terminaron juntos.

Isaiah Jewett de Estados Unidos y Amos Nijel de Botswana. se dan la mano tras caerse en la prueba de 800 metros el 1ero de agosto de 2021 en Tokio, Japón. Crédito: Oliver Weiken/picture alliance via Getty Images)

De ser rivales a ser familia

Muchos de los mejores deportistas se conocen personalmente durante las competencias, que pueden ser solitarias, largas e intensas — marcadas por momentos deportivos que pueden ser los mejores o los peores de sus vidas.

Esas sensaciones se han amplificado en unos Juegos Olímpicos aplazados por la pandemia, en donde existe una inequívoca añoranza por la normalidad y, tal vez, un renovado aprecio por los rostros conocidos.

Para la estadounidense Carissa Moore, la pandemia y sus restricciones, la acercaron a otras surfistas.

La campeona mundial vigente dice que por lo general viaja a las competencias con su esposo y su padre. Pero sin aficionados en las sedes olímpicas este año, Moore admitió que pasó problemas sin su presencia en los primeros días de la justa.

Moore voló a Japón con la delegación estadounidense 10 días antes de la primera prueba, y pronto se acostumbró a compartir techo con otras surfistas, incluyendo a Caroline Marks, a quien consideraba la rival a vencer.

Moore dijo que no conocía bien a Marks antes de Tokio, pero en la noche en la que fue coronada como ganadora y Marks quedó cuarta, su rival fue la primera en felicitarla.

“Tener al equipo de surf de Estados Unidos conmigo ha sido una hermosa experiencia para poder acercarme a ellas”, dijo Moore. “Siento que en las últimas dos semanas gané otra familia”.

Un abrazo de aliento

Después del agotador triatlón femenino de la semana pasada en Tokio, la noruega Lotte Miller, quien finalizó en el 24to puesto, se tomó un momento para alentar a la belga Claire Michel, quien estaba tendida en el suelo y con un llanto inconsolable.

Michel llegó última, 15 minutos después de la ganadora, Flora Duffy, de Bermuda, pero al menos finalizó. Un total de 54 deportistas iniciaron la prueba, pero 20 fueron superadas por al menos una vuelta o se retiraron.

“Eres una maldita luchadora”, le dijo Miller a Michel.

Una exhausta Claire Michel de Bélgica es abrazada por Lotte Miller de Noruega después de cruzar la línea de meta en la carrera de triatlón individual femenino de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en el Parque Marino de Odaiba en Tokio, Japón, el 27 de julio de 2021. Crédito: EFE/EPA/WU HONG

Un regalo inesperado

Y quizás otro de los gestos más recordados será el de hace unos días cuando el nadador estadounidense Caeleb Dressel le entregó su medalla de oro a Brooks Curry tras competir en los relevos 4X100 metros y luego explicó que para él no tiene ningún valor, además de que Curry había nadado en las preliminares.

El nadador olímpico obsequió su presea de oro, pues para él no tienen ningún valor y sólo se enfoca en competir.
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