Una inmigrante mexicana que cumplió su sueño de convertirse en sacerdotisa episcopal podría perder los hábitos si no se llega a un acuerdo final sobre el futuro de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que protege a esta mujer de la deportación.
Para ordenarse como sacerdotisa, Nancy Fraustro tuvo que cumplir con varios requisitos legales. “Tienes que tener tu seguro social, tienes que estar legalmente bien en donde quieras trabajar, porque como cualquier otro ciudadano de los Estados Unidos nosotros también pagamos los 'taxes' (impuestos)”, dijo.
La reverenda episcopal en Long Beach, California, cuenta que después de estudiar 10 años en el seminario, pensó que su condición de indocumentada no permitiría que se ordenara. “El presidente Obama, en aquel tiempo, fue quien anunció el programa de DACA, y para mí, así como para muchos otros soñadores, nos dio esa luz y ese empuje para seguir luchando por nuestros sueños”, relató.
Sin embargo, el sueño de 800,000 beneficiados por DACA está en peligro, desde que la administración del presidente Donald Trump no diera señales de querer renovarlo.
“Definitivamente pone más obstáculos, pero yo no sería un buen sacerdote si pensara que la ley del hombre es más fuerte que la ley de Dios”, indicó Fraustro.
“Si se quita el DACA, si nos deportan, va a haber gente que va a pelear, y la posibilidad es que yo también tenga que regresar a México. Y si eso es lo que sucede, desde México o donde esté, yo seguiré luchando”, reflexionó.
