Caravana Migrante

Caravana migrante desborda la seguridad fronteriza de México

Parte de los más de 3,000 planean quedarse allí, mientras otras seguirán rumbo a EEUU.

Los integrantes de una caravana de unos 3,000 migrantes rompieron una valla policial y cruzaron el portón que antecede la frontera entre Guatemala y México, en medio de un fuerte operativo de seguridad y la expectativa sobre la reacción que tendrán las autoridades frente al grupo que ha desatado el enojo del presidente estadounidense.

Los migrantes, en su mayoría procedentes de Honduras, decidieron temprano que intentarían ir en grupo al puente donde se encuentra el cruce entre ambos países.

“¡Somos hondureños, no somos traficantes, somos inmigrantes!”, gritaban varios mientras avanzaban hacia el cruce fronterizo.

“¡Sí se puede! ¡Sí se puede!”, retaban otros.

Docenas de policías federales mexicanos se mantienen en el puente que sirve para llegar al cruce. Guatemala resguarda las puertas de su frontera con docenas de soldados y dos vehículos.

El embajador de México en Guatemala dijo que su país ha decidido reforzar la entrada ante la posibilidad de que los migrantes intenten cruzar.

Los migrantes intentan entrar a México y avanzar para llegar a Estados Unidos, lo que ha enojado al presidente Donald Trump, quien ha llamado a los países centroamericanos y a las autoridades mexicanas a que hagan todo lo necesario para detenerlos.

Aunque el grueso de la caravana todavía estaba en territorio guatemalteco, la cancillería mexicana anunció el jueves en un comunicado que ya inició una atención “ordenada” a quienes habían cruzado la frontera.

Horas antes su titular, Luis Videgaray, de viaje en Nueva York, pidió ayuda a la ONU para que el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) colabore con México tanto para procesar esas solicitudes como para encontrar una solución permanente para los migrantes hondureños.

El gobierno mexicano ha dicho que los migrantes serán atendidos conforme a la ley y con respeto a sus derechos humanos: quienes tengan pasaporte o visa podrán entrar y los que presenten solicitudes de refugio serán atendidos. Los que infrinjan la ley serán deportados.

La mayoría de los hondureños que forman parte de la caravana salieron de sus casas de forma espontánea, con poco más que la ropa que llevaban puesta y las pertenencias que pudieron arrojar rápidamente en una mochila.

Pese a las advertencias lanzadas desde Washington, los migrantes no pierden la esperanza de avanzar hacia el norte.

“En México nos van a dar una visa de trabajo que dura 40 días”, dijo Carlos López, de 27 años.

Henry Tejeda, natural de Puerto Colón, Honduras, aspiraba llegar más lejos.

“Quiero pedir asilo político (en Estados Unidos) y ayudar a mi familia”, dijo.

El hombre, que se paró a un lado de una autopista en el departamento guatemalteco de Zacapa para pedir dinero, contó que dejó a su esposa y a sus cuatro hijos atrás y que huye de la pobreza y la violencia descontrolada en su país, que tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo. Su madre fue asesinada hace cuatro años y su hermano también fue baleado.

“Aquí llevo los documentos para probar que no miento”, dijo Tejada.

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