Familia inmigrante vive en las calles de San Diego

El problema de indigentes en San Diego también afecta a nuestra comunidad inmigrante.

Julio Murillo de 14 años, llegó a San Diego hace 10 meses con su hermano Emanuel y su madre Vilma.  Salió de su país huyendo de las maras.

“Me querían agarrar para que vendiera drogas”, explicó Julio.

La violencia también los rodeaba en casa a manos de su padre, según explica Vilma. “Él nos seguía con machetes a nosotros, me decía, si me denuncias te voy a matar, si le cuentas a la gente te voy a matar.  Yo dije no, tengo que salvar a mis hijos”.

Vilma salió de Honduras rumbo a Estados Unidos, entregándose a las autoridades en la frontera de San Diego.

“Dormíamos en la calle en una casa de campaña, había mucha gente que nos ayudaba pero la verdad no me sentía bien”.

Estar en un país ajeno alejada del resto de su familia en Honduras es difícil para esta madre, quien ha tenido que enfrentar muchas humillaciones en las calles. Inscribió a sus hijos en la escuela Perkins en Barrio Logan donde cursan el tercero y octavo grado y donde los papás y maestros los han recibido con brazos abiertos.

Gracias a la ayuda de la gente, la familia cambió las calles por un cuarto en el refugio de San Vicente de Paul a tan solo millas de la escuela.

Mientras ellos están en clases, la dedicada madre piensa en el futuro y reflexiona en su pasado, con el corazón roto por aquellos que dejo atrás.

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