Entre gritos y carcajadas, un grupo de amigos disfrutan del fútbol aunque no lo puedan ver.
“No lo podemos mirar, pero lo escuchamos y nos emocionamos también como cualquier persona normal”, dijo, Agustín Talabera, quien es invidente y fanático del futbol.
Hace 4 años Agustín comenzó a perder la visión por una enfermedad genética, el cual lo forzó a aprender cosas nuevas como leer braille, cocinar y valerse por si mismo.
La institución sin fines de lucro llamada Braille ubicada en La Jolla, los ayuda a desarrollarse de manera completa e independiente con clases de computación, movilidad, ejercicio físico y talleres semanales sin costo alguno.