TIJUANA- El muro ha sido un punto de encuentro de migrantes y también un recordatorio de separación, no solo es una barrera metálica, un símbolo político y social, sino también un espacio para el arte.
Un lugar emblemático en la frontera, que divide a México de Estados Unidos y que forma parte de un proyecto de hermandad entre ambos países, por iniciativa del artista plástico y promotor cultural, Enrique Chiu, donde este sábado, migrantes como Julia, originaria de Guerrero, activistas y la comunidad fronteriza, se sumaron para darle color al mural de la hermandad, y nuevamente plasmar un mensaje sin fronteras.
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“Para mí es impresionante ver que está tan cerca y pues me sorprende”, dijo la migrante de Guerrero.
Ella está en espera de recibir un asilo político en Estados Unidos y nunca había estado tan cerca del “otro lado”.
Este mural, comenzó en el 2016 con 2 kilómetros de malla metálica llena de color y de simbolismos.
“Poder crear por medio de las artes un mensaje positivo aquí en la ciudad y en la frontera para todo el mundo muy simbólico para mí y para miles de personas," creo que vale la pena continuarlo, reactivarlo y pues bueno yo emocionado de seguir viendo a la gente que se une con nosotros”, dijo Chui a TELEMUNDO 20.
En esta ocasión, el artista sumó esfuerzos con la asociación “Sin fronteras” de la Ciudad de México, quienes participaron en esta restauración del mural.
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“Muy simbólico como somos sin fronteras creemos que los muros no deberían de existir y bueno pues como no los podemos tirar todavía pintarlos es algo representativo”, dijo María Fernández Rivero, activista de “Sin fronteras”.
Entre brochas y pinceles, el muro se convirtió en lienzo para dejar una huella y un mensaje de hermandad.
Pero además, justo en el inicio de esta división metálica, surgen los rostros de aquellos que viven los estragos de la frontera y que ahora se enfrentan a una deportación. Se trata de la iniciativa “Playas de Tijuana Mural Project” que dirige la artista, Lizbeth Cruz.
“Este proyecto trata de visibilizar sus historias en ambos lados de Estados Unidos y de México para que la gente comprenda qué es la migración de personas que nacieron en México pero se criaron en Estados Unidos. Tomar un poco más de poder sobre una estructura que en verdad todos los días les recuerda qué es la deportación para ellos y especialmente para el grupo que fue criminalizado y estuvo en prisión, el muro para ellos también refleja una prisión pública aquí en Tijuana”, dijo Cruz.
Rostros como el de Javier Salazar, junto con el de otros 13 inmigrantes se encuentran plasmados en el límite entre países. Él fue deportado desde hace ocho años a Tijuana y ahora tiene una visión distinta del muro.
“Es un recordatorio de todo lo que nos divide a nosotros nuestra familia, nuestro hogar, todo es lo que no se para entonces tener mi rostro ahí es algo emocionante muy bonito a la misma vez”, dijo Salazar.
Son dos iniciativas que comparten un mensaje claro en común, la unidad sin importar fronteras.
