SAN DIEGO - Para algunos residentes de San Diego, el canto de un gallo es familiar y bienvenido. Puede ser una parte profundamente arraigada de su herencia cultural o educación.
Pero para otros, ese ruido es un graznido no deseado, que interrumpe el sueño temprano en la mañana o perturba su rutina diaria.
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Es en parte por eso que los legisladores locales actualizaron la ordenanza de la ciudad en 2012 e hicieron ilegal la propiedad de gallos.
Pero esa ley no eliminó el problema, que fue fácil de detectar cuando nuestra cadena hermana, NBC 7 Investiga, revisó las investigaciones de cumplimiento de códigos.
Los sandieguinos presentaron más de 200 quejas debido a ruidos fuertes de gallos solo en los últimos tres años.
Ninguno de esos casos resultó en multas contra los dueños de gallos. En cambio, los funcionarios de la ciudad le dijeron a NBC 7 Investiga que envían dos cartas cuando se presenta un caso. Una carta de notificación va a la persona que se quejó, haciéndole saber que se envió una carta de aviso al propietario.
Con la carta se le dice a los dueños de gallos que retiren a los animales, pero no hay información sobre posibles multas monetarias.
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NBC 7 Investiga le preguntó a la ciudad qué repercusiones enfrentan los dueños de gallos si no cumplen. La única respuesta que los funcionarios de la ciudad nos dijeron repetidamente es una acción civil presentada contra ellos por sus vecinos.
Las quejas por ruido de gallo caen en el nivel más bajo en la prioridad de casos que investiga la División de Cumplimiento de Códigos. Los casos de Prioridad 1 implican peligros inminentes para la salud y la seguridad, como estructuras inestables, fugas de aguas residuales y cables eléctricos expuestos. Las quejas por ruido se conocen como casos de “cumplimiento alternativo”.
Los inspectores no visitan los sitios. En cambio, remiten a los vecinos a un servicio de mediación para resolver el problema sin involucrar a la ciudad.
Una de esas cartas llegó a la casa de Efraín Zamora, de 16 años, en City Heights a mediados de octubre. Zamora dijo que tuvieron dos gallos y dos gallinas durante tres meses.
“Si me gustó”, dijo Zamora. “Era algo diferente de tener mascotas normales. Y eran muy interesantes y muy divertidos”.
Él habló por la familia con permiso de su madre.
Después de recibir la carta de aviso, él dijo que la familia se movió rápidamente para cumplir con la ordenanza.
“Estaba medio triste porque ya me había acostumbrado a ellos”, dijo Zamora.
La familia optó por reubicar a todo el rebaño con un relativo porque no querían dividir a las aves.
Allison Wall, administradora del grupo de Facebook “San Diego Backyard Chickens”, dijo que la popularidad de la propiedad de pollos ha aumentado en los últimos años.
El grupo de Facebook de Wall tomó cuatro años en llegar a 1,500 miembros, pero ella dijo que ese número se duplicó cuando llegó la pandemia de COVID-19 y sigue aumentando.
Ella dijo que la tendencia hizo grandes negocios para las tiendas locales del país.
Wall agregó que es difícil saber el sexo de un pollito, incluso para los expertos.
También hablamos con la Sociedad Humana de San Diego, que dijo que acepta regularmente gallos perdidos y entregados por sus dueños. Durante los últimos tres años, 331 han pasado por su sistema de admisión, pero menos de la mitad fueron entregados por el propietario.
Wall dijo que cree que la ordenanza y la prohibición del gallo son en parte culpables de esos números. Ella dijo que la ordenanza “debe reconsiderarse desde un punto de vista holístico”.
Ella espera que los legisladores puedan actualizar la ordenanza teniendo en cuenta todo lo que se necesita para criar un rebaño saludable, como la proporción de gallinas por gallos y el tamaño del gallinero, etc.
Hay varias organizaciones privadas de rescate de animales que aceptan animales de granja no deseados, como gallos. Puedes comunicarse con organizaciones como Rescue Roos para encontrar más información.
