SAN DIEGO- Después de pasar lo que ellos llamaron cómo algunos de los mejores días de sus vidas juntos como familia.
“Acabamos de hacer un viaje a Yellowstone e hicimos tirolesa”, dijo Alex Huerta, un residente del sur del condado. “Mi papá estaba haciendo tirolesa en el cielo. Hicimos cabalgatas durante cinco horas, manejamos a cinco estados diferentes, hicimos de todo y aún así, él no estaba exento de eso”.
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Ahora, la familia Huerta está viviendo lo inimaginable después de que su patriarca contrajo COVID-19 y murió.
Su padre, Rubén Huerta, era el único de su familia sin la vacuna.
“Queríamos que mi papá se vacunara”, dijo Rubén Huerta, el hijo de Huerta. “Todos nos pusimos las vacunas. Intentamos alentar a mi papá, pero mi papá realmente no estaba de acuerdo. Realmente no quería vacunarse”.
Rubén Huerta tenía 58 años y no tenía condiciones subyacentes.
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“Era un individuo sano”, dijo Alex Huerta. “No fumaba. No bebía. Cuando digo que estaba sano. En realidad era una persona sana. A él, quiero decir, obviamente, a mi padre le encantaba comer, eso era lo único que tenía, pero mi padre en general era saludable”.
Lamentablemente, la historia de Huerta no es única.
En San Diego, casi el 90% de las muertes por COVID-19 ocurren entre personas no vacunadas. Y aún así, una gran población sigue dudando acerca de recibir la vacuna.
“Mientras estábamos en la UCI (unidad de cuidados intensivos), las enfermeras nos recordaron que nadie está exento de esto”, dijo Rubén Huerta. “No importa lo saludable que estés, lo joven que seas, nadie está exento de esto”.
Los dos hermanos ahora comparten su historia con la esperanza de marcar la diferencia.
“La verdad es que la pandemia sigue ocurriendo, ya sabes, la pandemia sigue siendo muy real”, dijo Alex Huerta. “Y tenemos que tomar eso en consideración”.
Los dos hermanos describieron a su padre como un hombre trabajador que siempre estuvo ahí para su familia y amigos. Él dejó atrás una esposa y tres hijos.
