La pequeña llora porque tiene hambre, cansancio y frío. No entiende por qué está tan lejos de su casa, a la que sus padres han decidido no volver por miedo a la violencia.
"No podemos vivir tranquilos, porque no podemos ir a trabajar, no hay clases, no hay nada", dice Lilia Torres, habitante de Michoacán.
Lilia colocó una hamaca y un cartón en la banqueta para que sus hijos pudieran dormir. Durante días viajó desde su natal Apatzingán hasta Tijuana, en busca de refugio. Al igual que decenas de familias michoacanas que no soportaron más lo que ocurre en sus comunidades.
"Estamos esperando que haya una oportunidad para cruzar a Estados Unidos, si se nos da, con gusto pasaremos para allá", anticipa Salvador Vargas, habitante de Michoacán.
Sentados en el puente fronterizo El Chaparral, estas familias rezan por un milagro, porque saben que no podrán volver a su tierra y menos cuando confirman el peligro que ahí les esperaría.
Tan solo en 48 horas se han registrado 21 bloqueos de caminos y carreteras , los últimos se generaron luego de la detención de un líder de un cartel del narcotráfico. Sus cómplices reaccionaron con actos vandálicos atemorizando a la población.
Como han hecho muchas veces, los criminales tomaron los caminos, incendiaron vehículos, entraron a negocios sembrando el caos y prendieron fuego a una agencia de autos.
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"No habrá tregua ni cuartel, hasta donde estén iremos por ellos", asegura el procurador de Michoacán, José Martín Godoy.
Mientras tanto, las imágenes hicieron que muchos otros michoacanos pensaran en seguir los pasos de los que ya se fueron.
"Claro que sí nos afecta a todos, ya con qué confianza va a salir uno a las carreteras, con qué confianza va a salir uno a los poblados", dice Jorge Ramírez, habitante de Michoacán.
Pero en Tijuana la situación está comenzando a volverse crítica.
La gente se abarrota en la línea que divide a los dos países. Todos quieren ser los primeros en pasar y exponer su caso para que pronto acabe su pesadilla.
