TIJUANA- Residentes de Tijuana que buscan cruzar a pie o por auto por el puerto de entrada en Otay acampan desde las 2 a.m. con el fin de ser los primeros en cruzar a San Diego.
Desde hace varias semanas la filas en los cruces fronterizos tardan varias horas, ya que algunas garitas han sido cerradas como el PedWest debido a la contingencia sanitaria por el coronavirus. Mientras, los horarios de cruce también han cambiado en la garita de Otay que solo está abierta de 6 a.m. a las 10 p.m.
Aunque la garita cierra a las 10 p.m. la fila de los autos continúa. Solo que en lugar del ruido de los autos y agentes preguntando por documentos, ahora se escucha uno que otro ronquido.
Decenas de ciudadanos llegan cada noche a la garita de Otay en Tijuana, entre cobijas, chamarras, sin otro remedio que utilizar el asiento del auto como cama.
Jorge García, como muchos otros prefieren acampar durante la noche en este puerto de entrada que hacer la fila en el cruce de San Ysidro que continúa abierto las 24 horas, pero cuyas filas se extienden por varias horas.
"Una vez llegué ahí no hace mucho a la 1:25 a.m. y cruce a las 6:25 a.m.", dijo García, así que mejor se ha resignado en convertir su asiento en colchón y cubrirse con su cobija de Los Raiders.
Otros, dejan sus autos estacionados desde que se cierra la frontera y regresar minutos antes de las 6 a.m. a pesar del temor que les dañen el auto. Otros se las ingenian y toman turnos.
Algunos que no están acostumbrados a cruzar diariamente o no viven en Tijuana se topan con los cierres inesperados y no les queda otra que esperar. Pero la mayoría han tomado la decisión porque dependen de sus empleos del otro lado.
"Te dan nervios, tres años trabajando con la compañía y hasta ahora es que les estoy llegando tarde, pues como que hay que recuperar tiempo porque tenemos que cubrir nuestras ocho horas, no podemos dejarlas de cubrir", dijo Teresa García, quien cruza a pie.
Los ciudadanos que hacen fila a pie, traen una silla y cobijas para protegerse del frío, señalan han pasado noches difíciles donde ante al cansancio no tienen más opción que utilizar el piso como un sitio para descansar mientras los agentes llegan para abrir el puerto fronterizo.
"Yo tengo una casa en Estados Unidos pero aquí tengo a mi familia y no puedo dejar a mi familia sola con todo esto que está pasando, entonces cruzo", reconoció García.
El problema de cruzar a pie es que se dificulta mantener la sana distancia al momento que después de varias horas la impaciencia hace que la gente se aglomere frente a la frontera.
Con las primera luz del día, la frontera vuelve a la vida. Minutos antes de las 6 a.m. se escucha el arranque de los motores, al tiempo que los agentes comienzan a abrir las rejas. Así luce todos los días, pero es el sacrificio de los que viven en Tijuana y llegan a trabajar a Estados Unidos durante la pandemia de coronavirus en la región.