Migrante hondureña muere al caer del tren “La Bestia”

Saily Yasmín Andino Andino, de 19 años, resbaló y cayó bajo el tren.

Un maquinista le gritó a una joven migrante que se apurara y subiera al tren de carga o se quedaría atrás. La chica de tenis rojos apresuró el paso y fue la última en treparse cuando el convoy salía de una zona próxima a Salto de Agua en Chiapas, el estado en el extremo sur de México. 

Horas después y unos 43 kilómetros (27 millas) al oeste, el tren hizo un alto cerca de la localidad de Tacotalpa, en el estado de Tabasco, y la mujer bajó para comprarse unos bocadillos de queso.

Cuando el ferrocarril lleno de migrantes polizones emprendió la marcha de nuevo, la mujer se esforzó por subir otra vez apuradamente, pero la máquina paró de súbito y se echó en reversa. Ella no pudo sujetarse y cayó debajo de las ruedas. El tren la arrastró unos 90 metros (100 yardas) antes de reanudar su marcha hacia adelante en medio de las estruendosas vibraciones del acero. 

“Gritaban la gente allí, gritaban los de enfrente que parara, decían al maquinista, pero la maquinita más duro le dio”, dijo Catalina León Muñoz, que vive a un lado de las vías. 

Frank Manuel Murillo, un hondureño de 27 años que ha vivido la mitad de su vida en Houston hasta que lo deportaron hace un año, también se había bajado del tren a comprar un poco de agua. 

“Cuando volteé ella estaba colgando de uno de los vagones”, afirmó Murillo en inglés. “El tren avanzaba hacia atrás, tuvo una sacudida fuerte y ella cayó a las vías y luego la partió a la mitad”. 

La muerte casi inadvertida de la hondureña Saily Yasmín Andino Andino, de 19 años -cuya identidad fue confirmada por las autoridades locales-, se sumó a la triste estadística de víctimas que en los últimos años se ha cobrado el tren conocido como “La Bestia”, una etapa peligrosa en la travesía de los migrantes que van de América Central a la frontera sur de Estados Unidos. 

En los últimos años, muchos migrantes habían intentado evitar esos peligros integrando caravanas de cientos o miles de personas para desplazarse a pie por el sur de México. 

Otros compraban boletos de autobús -o pedían a mexicanos que se los compraran- y viajaban relativamente seguros. Sin embargo, el gobierno solicitó a las compañías de autobuses que pidan una identificación a quienes compren los boletos y a quienes suban a las unidades. No se permitió tomar el autobús a los extranjeros carentes de documentos. 

La reanudación de las redadas contra los migrantes debido a la amenaza del mandatario estadounidense Donald Trump de imponer aranceles ha obligado a muchos a buscar opciones más peligrosas, que a menudo involucran a traficantes que a veces hacinan a personas en tractocamiones mal ventilados. 

Algunos de esos migrantes, como Andino, se arriesgan a subirse como polizones en el ruidoso tren por zonas remotas del sur de México con la esperanza de bajarse en algún lugar y seguir su viaje por otros medios. 

Sin embargo, las autoridades mexicanas también actuaron esta semana contra el tren. Unos 100 soldados y agentes de inmigración efectuaron el jueves una redada en un convoy y detuvieron a docenas de migrantes centroamericanos. 

Capturaron a otros 500 en diversos operativos en hoteles, estaciones de autobús y carreteras.

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