Mundialito en prisión: el balón rueda entre sus muros

Los presos celebran su propia copa y forman los mismos equipos que están en Rusia.

La reja se abre y comienza la emoción del Mundial del fútbol.

Durante un mes, Rusia se traslada al interior de este penal de Yucatán, donde los internos lo mismo son los animadores, los futbolistas y el público que emocionado grita con cada jugada.

José purga una condena por robo y es el portero que representa a México. Dice que durante meses ha entrenado para evitar que sus contrincantes logren un gol tal y como lo hace su máximo ídolo, Guillermo Ochoa.

"Quiero echarle ganas para salir adelante, ser como él cuando salgamos algún día", dice el interno José Góngora.

Al igual que él, este interno acusado de homicidio se ha convertido en el héroe de muchos de los reos porque lleva a su equipo una y otra vez a la victoria, como espera que haga la selección mexicana.

"Que ganen, que den todo, que se esfuercen como nosotros estamos intentando esforzarnos acá", dice el interno Adolfo Moreno.

Durante este tiempo, representando a cada país, los seleccionados olvidan por un minuto que están rodeados de muros, lejos de la libertad y de su familia, y entran a la cancha sonrientes y dispuestos a dar su mayor esfuerzo para alcanzar la gloria.

La tradición de esta cárcel inició desde el Mundial que se jugó en el 2002, desde entonces de manera puntual, el mundialito se juega a la par del real, con los mismos equipos y el entusiasmo de sus participantes.

Desde un año antes los reos empiezan a trabajar en la organización, indica el director del penal de Mérida, quien ha notado que este evento logra grandes cambios en el comportamiento de los presos.

"Ven a los internos muy calmados, muy contentos, muy agradecidos y eso a mí me satisface mucho", asegura el director del penal de Mérida, Francisco Brito.

Para ellos que pasan el tiempo esperando ser llamados por los juzgados para escuchar su sentencia, no hay mejor medicina que contagiarse con la pasión del fútbol.

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