Hombres armados entraron a una iglesia católica en Irapuato, México, y mataron a un abuelo y a su nieto.
Los pistoleros se hicieron pasar por fieles devotos para acercarse a los feligreses sin ser detectados.
Ante los ojos de los familiares de sus víctimas, los asesinos no tuvieron piedad. En el suelo, unas mujeres lloraban y abrazaban los cadáveres de Mario, de 64 años, y de su nieto Cristian, de 14.
Los vecinos de la iglesia fueron testigos del doble crimen y revelaron que el hombre, su nieto y otros miembros de su familia apenas iban a entrar al templo, cuando fueron interceptados por los pistoleros.
A través de las cámaras de seguridad, la Policía pudo confirmar que los asesinos se hicieron pasar por cuidacoches y así aguardaron a que sus presas llegaran, seguros de que lo harían, porque a esa hora se celebraría una misa en recuerdo del papá del menor que moriría baleado.
Según el expediente, el hijo y padre de las víctimas fue ejecutado hace exactamente un año por un grupo de sicarios cuando caminaba en una calle de Irapuato acompañado por otro hombre. Ambos fueron acusados por la Policía de ser narcomenudistas.
El mismo informe reveló que Mario Rivera, quien quedó tirado a unos pasos de su nieto, había estado en prisión bajo cargos de delitos contra la salud.
