Crisis en Bolivia: ¿golpe de Estado o renuncia de Morales?

El expresidente aceptó el asilo político en México tras semanas de crisis política.

BOGOTÁ — ¿Bolivia experimentó un golpe de Estado o la culminación de un movimiento popular que exigía la renuncia del presidente?

Los bolivianos y otros países en todo el mundo se lo preguntan después de que Evo Morales dejó el poder luego de varias semanas de protestas.

El primer presidente indígena del país asegura que fue obligado a dejar el mando por un golpe de Estado instigado por la oposición, mientras que los detractores afirman que su supuesto abuso de poder desencadenó un alzamiento legítimo en las calles.

¿QUÉ PROVOCÓ LA AGITACIÓN EN BOLIVIA?

La nación sudamericana ha estado sacudida por protestas desde que Morales aseguró que ganó los comicios presidenciales del 20 de octubre sin requerir una segunda vuelta electoral.

El mandatario, que gobernó Bolivia durante casi 14 años, necesitaba un margen de victoria de 10 puntos porcentuales sobre su rival más cercano para evitar una segunda vuelta ante una oposición unida, en la cual enfrentaba una alta posibilidad de derrota en su búsqueda de un cuarto mandato consecutivo.

Las autoridades electorales dejaron abruptamente de difundir los resultados de un conteo rápido que demostraba que Morales encabezaba la contienda, pero sin el margen necesario para ganar en la primera ronda.

Eso generó acusaciones de fraude y provocó protestas en las que se registraron decesos.

Días más tarde, Morales se declaró ganador, sosteniendo los resultados electorales que demostraban que había superado por escaso margen al candidato de la oposición, Carlos Mesa.

Muchos bolivianos ya se sentían escépticos de que los comicios fuesen imparciales, asegurando que las autoridades electorales del país estaban inclinadas en favor de Morales.

El presidente también había elegido postularse a un nuevo mandato a pesar de un referendo realizado en 2016 en el que los votantes rechazaron una propuesta para modificar el límite de periodos presidenciales que dicta la Constitución con el fin de permitirle aspirar nuevamente a la presidencia.

Un alto tribunal que, de acuerdo a los críticos, estaba inclinado a favor de Morales, desechó las restricciones, abriéndole la puerta para volver a postularse.

¿POR QUÉ RENUNCIÓ MORALES?

Los problemas del líder se incrementaron el viernes en la tarde cuando las fuerzas policiacas en todo Bolivia decidieron unirse a las manifestaciones y distanciarse de Morales.

Al día siguiente, la Organización de los Estados Americanos anunció que su auditoría preliminar de los comicios del 20 de octubre reveló graves irregularidades.

Morales accedió a convocar a nuevas elecciones, pero eso fue insuficiente para apaciguar las protestas o saciar a una oposición convencida de que no sería posible realizar comicios imparciales mientras él permaneciera en el palacio presidencial.

Grupos sindicales, incluyendo algunos que habían marchado en favor de Morales, comenzaron a darle la espalda y a pedir su renuncia.

El domingo, el líder de las fuerzas armadas de Bolivia, el general Williams Kaliman, emitió un comunicado en el que declaró que, en vista de la actual inconformidad social, las autoridades militares le “sugerían” a Morales renunciar al cargo.

Poco después el mandatario anunció su renuncia, equiparando su salida con un derrocamiento por parte de la oposición y que lo ponía en riesgo a él y a sus simpatizantes.

¿FUE UN GOLPE DE ESTADO?

Un golpe de Estado se define comúnmente como un cambio obligado en el gobierno mediante el uso o la amenaza de violencia por parte de un miembro del Estado, por lo general las fuerzas armadas.

Dentro y fuera del país se debate si los eventos ocurridos el domingo en Bolivia constituyen un golpe de Estado.

Por un lado, hubo una clara participación militar en asuntos civiles, destaca John Polga-Hecimovich, un politólogo de la Academia Naval de Estados Unidos.

Sin embargo, a diferencia de los golpes de la era de la Guerra Fría en que las tropas militares ingresaban marchando a las capitales para asumir el control de los edificios de gobierno, las fuerzas armadas bolivianas únicamente emitieron un comunicado con una “sugerencia” de lo que Morales debía hacer.

Por lo tanto, el “golpe” en Bolivia es en gran medida una cuestión de semántica.

“El ejército no utilizó la violencia”, dijo Polga-Hecimovich. “Emitió una declaración verbal y no le dio un ultimátum al presidente. Creo que ese es el meollo del asunto, ya sea que uno lo quiera percibir como una amenaza o no. Si se ve como amenaza, es un golpe de Estado. Si no se ve como amenaza sino como sugerencia, entonces no lo es”.

Michael Shifter, presidente del centro de investigación Inter-American Dialogue, resaltó que no existen indicios en este momento de que el ejército planee asumir el poder.

Sin embargo, añadió: “No creo que podamos quedar contentos con lo que parece ser una participación del ejército en la salida de Morales”.

¿QUIENES ESTÁN A AMBOS LADOS DEL DEBATE GOLPISTA?

Los aliados de Morales que comparten su ideología socialista han respaldado su afirmación de que su salida fue un golpe de Estado.

El presidente de Venezuela Nicolás Maduro lo consideró “un golpe preparado con violencia”.

El exmandatario de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva también salió en defensa del líder, diciendo que Morales fue “obligado” a renunciar.

“Es desafortunado que Latinoamérica tenga una élite económica que no sepa coexistir en democracia y con la inclusión social de los más pobres”, escribió en Twitter.

En tanto, el presidente conservador de Brasil, Jair Bolsonaro, cuestionó las afirmaciones de que se trató de un golpe de Estado.

“La palabra golpe se usa frecuentemente cuando la izquierda pierde”, declaró al diario O Globo de Brasil. “Cuando ganan, es legítimo. Cuando pierden, es un golpe”.

Otros están evitando una postura directa y piden la realización de nuevas elecciones.

La dirección general de la OEA dijo que el organismo “rechaza cualquier resolución anticonstitucional de la situación” y pidió que la legislatura de Bolivia designe nuevas autoridades electorales para garantizar una votación imparcial.

La Unión Europea reiteró su llamado a la calma y señaló que está lista para enviar observadores electorales en caso de que se lo soliciten.

¿IMPORTA CÓMO SE LE LLAME?

Sí.

Mientras exista la incertidumbre sobre si Morales fue derrocado por un golpe de Estado, cualquier gobierno entrante podría enfrentar dudas sobre su legitimidad.

Además, ahora podría percibirse que las fuerzas armadas se han politizado, comentó Polga-Hecimovich.

Todo esto podría significar que una Bolivia ya de por sí polarizada se divida más.

“Si no pueden ponerse de acuerdo en lo que pasó, será muy difícil alcanzar un consenso y un plan común de gobierno”, declaró el analista.

¿QUÉ SUCEDERÁ DESPUÉS?

Todos los ojos se centrarán sobre quién llegará para ocupar el actual vacío de poder en Bolivia.

Todos aquellos en la línea de sucesión inmediata han renunciado.

Jeanine Añez, segunda vicepresidenta del Senado, dijo el lunes que estaría dispuesta a asumir la presidencia de forma interina hasta la realización de nuevas elecciones.

“Lo que quiero yo es aportar, es darle una resolución a esta crisis tan horrible que estamos viviendo”, dijo entre lágrimas. “Que quede bien claro que esto es solamente una transición”.

Está por verse si los legisladores pertenecientes al partido de Morales —que aún tienen mayoría— podrían intentar bloquearla.

Quien tome el poder enfrentará una complicada batalla para establecer una nueva oficina electoral, organizar elecciones y tratar de aliviar las tensiones.

Morales ha prometido no dar marcha atrás, diciendo que los líderes opositores pasarán a la historia con el calificativo de “racistas y golpistas”.

A través de Twitter se dijo conmovido por las muestras de solidaridad de sus simpatizantes.

“Nunca me abandonaron”, escribió. “Nunca los abandonaré”.

Contáctanos