TIJUANA- Cicatrices que dejará el coronavirus, no solo en su memoria ante las duras imágenes que ha tenido que presenciar, sino también en la piel, para Silvia Rosas, quien por 14 años ha trabajado como enfermera en México.
Ella dijo que nunca sintió tanto dolor como durante la pandemia del COVID-19, al ver que en cuestión de días dejó a tantas personas sin vida en Tijuana.
“Nos lastima, nos lacera la cara y el resto del cuerpo pues”, relató Rosas, enfermera en el Hospital General de Tijuana, quien aseguró realizan ahí estrictos protocolos para ingresar a la zona protegida y el uso de uniformes y proceso para limpieza les deja marcas en el rostro, brazos y pies, ante jornadas de más de seis horas sin descanso.
“No importa cuanto nos esforcemos, no importa cuanto trabajo le invitamos y cuanto nos cansemos, nos está rebasando”, aseguró Rosas.
Ella no fue la única en enfrentarse a esta condición, incluso los enfermeros que no están en áreas con enfermos de COVID-19, han tenido que incrementar sus protocolos de seguridad.
“No podemos respirar es incomodo, te da mucha comezón, hay compañeras que les da alergias, los guantes al igual”, dijo Yulian Hernández, quien trabaja como enfermera en Tijuana.
Sin embargo, solo usar uniforme es motivo de discriminación en las calles de Tijuana.
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“Estornude y una señora me quiso bajar, pero gracias a Dios no lo permitió el taxista”, contó Hernández.
Y cuidarse de no ser la siguiente dijo era su principal preocupación, pues su labor ha generado que no vea a sus hijas tan seguido como ella espera y la distancia entre su familia crezca.
“Es una incertidumbre y obviamente tengo miedo, porque no me gustaría estar ahí”, señaló Rosas.
Rosas dijo sentirse orgullosa del trabajo que ve que hacen sus compañeros para combatir la enfermedad, y a pesar de las cicatrices que dejan los instrumentos, siempre estar en busca de más, que les permita protegerse, mientras realizan su trabajo.
