TIJUANA- El COVID-19 ha sido un parteaguas en la historia de la humanidad, sus estragos han marcado un antes y un después en la vida de aquellos que han luchado contra el virus. Y en Tijuana, Edith Flores de 40 años, una enfermera del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), sigue dando la batalla después de meses de permanecer en un sueño profundo al permanecer intubada.
Ella ahora se recupera en casa, pues pasó de ser enfermera a paciente.
“Todo fue tan rápido un día me desperté y ya me vi ahí en el hospital”, dijo Flores a TELEMUNDO 20.
Los recuerdos son muy vagos luego de estar en un coma inducido del cual despertó dos meses después de haber sido internada víctima del COVID-19 en la clínica 1 del IMSS.
Fue el pasado mes de diciembre, poco antes de concluir el 2020, cuando Flores comenzó su lucha.
“Casi no recuerdo mucho. Me aplaudieron estaban contentos y yo lloré mucho por sentir el apoyo y el cariño”, dijo Flores.
Sus familiares han sido su apoyo incondicional.
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“Es difícil, uno nunca está preparado para esto y menos para una situación de este tipo pero pues hemos tratado de salir adelante por ella, y que erróneamente pensamos que nunca nos va a tocar y que cuando nos toca nos cambia el panorama”, comentó Rosario Flores, hermana de la enfermera.
El COVID-19 cambió su vida por completo.
Ella es madre soltera de tres hijas universitarias, por lo que es el sostén de su hogar, así como es enfermera geriátrica becada por el IMSS para su especialización; solo dos en Baja California con esta distinción.
Pero ahora le toca estar del otro lado.
“De estar acostumbrada a ir al instituto a trabajar ahora ser paciente ha sido muy difícil”, mencionó la enfermera.
Y son sus tres hijas ahora quienes cuidan de ella, pues además fue necesario realizarle una traqueotomía para facilitarle la respiración, lo cual requiere de cuidados especiales en casa.
“Nos enseñaron cómo respirar correctamente, cómo limpiarle porque si nosotros tocamos eso tiene que ser con guantes”, dijo Martha Mares, hija de Flores.
Decenas de pacientes en terapia intensiva y ella fue una de las pocas sobrevivientes durante el llamado invierno negro de la pandemia en Baja California.
Fueron meses de angustia y de saber que en cualquier momento, su madre podría perder la batalla.
A la enfermera todavía se le dificulta el hablar, pero no expresar sus emociones, incluso desde que estaba en el hospital.
Su hija recordó entre lágrimas cómo fue ese primer momento en el que después de meses volvió a ver a su madre aunque sea a través de una pantalla.
“Nos hicieron una video llamada con ella y le dijimos las tres que la queremos mucho y ella parpadeó los ojos y fue impresionante, porque verla que antes nada y ella movió sus ojos y era un logro para nosotras”, dijo la hija.
El pronóstico no era nada favorable, según su diagnóstico médico.
“Si es de sorprenderse porque era un panorama que la verdad no nos daban muchas esperanzas de vida para ella”, agregó la hermana de la enfermera.
Ahora, ella poco a poco se levanta, con un esfuerzo continuo para no darse por vencida. Y cada movimiento es un esfuerzo, y un logro. Una batalla diaria que no está dispuesta a perder y poder volver a portar su uniforme y ejercer la profesión que tanto ama.
“Esto es una lucha día a día y que tengo que seguir. Es mi vida, mis pacientes son muy especiales Tengo toda la fe de regresar también con ellos porque sé que me necesitan”, agregó la enfermera.