SAN DIEGO- Las calles están completamente vacías, en lo que normalmente en una celebración como estas los comercios estaban repletos llenos de personas festejando, pero aún si los restauranteros tienen la esperanza de generar ingresos.
Entre música en vivo, decoraciones y collares coloridos los sandieguinos salieron a las calles de Gaslamp en el centro de San Diego para celebrar el martes de Carnaval conocido en inglés como "Mardi Gras".
“Normalmente teníamos ambiente de una hasta las 2 de la mañana”, añadió Rodolfo Corona, gerente de Café Sevilla.
Corona dijo que tiene la esperanza que esta celebración los ayude a recuperarse económicamente.
“El negocio ha bajado bastante estamos produciendo del 20 al 30% de lo que hacíamos en el 2019”, expresó Corona.
Y es que la pandemia ha traído un golpe duro en el bolsillo de la industria restaurantera que solo puede operar al aire libre.
“En este tiempo el año pasado había gente que ni se podía caminar en estas calles”, señaló Nbor Martínez, chef de Smoking Gun.
En la noche del martes de Carnaval, las calles lucieron vacías con pocas personas celebrando.
“Esperando que mucha gente quiera salir aquí en el centro”, explicó Martínez.
Este martes incorporaron especiales en sus bebidas y platillos de comida.
“Estamos haciendo el Jambalaya y el 'crab fish' que es lo que se haya en este platillo”, dijo Martínez.
Mientras tanto las iglesias se preparan para el miércoles de ceniza.
“Todas las personas que vengan que traigan su cubre bocas su sana distancia”, informó Efraín Bautista, padre de la iglesia padre de Corpus Christi.
Para prevenir el contagio de COVID-19, la iglesia Corpus Christi no impondrá la ceniza en la frente de cada uno de los asistentes como es de costumbre.
“Este año debido a la pandemia vamos a estar vamos a usar Q-tips por cada persona ponemos la ceniza en la frente con Q-tip y luego lo vamos a tirar o ponerlo al lado para después quemarlo”, indicó Bautista.
Aun así, muchos feligreses agradecen el simple hecho de ser parte de esta celebración dentro del templo.
“El poder venir el estar en la presencia de nuestro señor es increíblemente fuerte”, reconoció Victor de Loera, sacristán de la iglesia.